5/12/2008

A manera de introducción


El guión que presentamos acompañó el sonoviso realizado para la presentación del Libro, Palabras de Cine, de Omar Ardila, publicado por Sic Editorial (Bucaramanga, Colombia -- 2007). Hemos querido publicarlo al inicio de este blog, el cual creamos con el ánimo de empezar a retomar y conformar discursos en torno la experiencia cinematográfica (entendida como una actividad que le supone nuevas realidades al pensamiento) y establecer vínculos (desde diversas intertextualidades) entre cine y pensamiento.

1. Narrador 1:

Desde sus primeros años, la experiencia cinematográfica empezó a generar diversos discursos que trataban de darle una identidad como expresión artística autónoma. Para algunos, la nueva práctica era una prolongación de las artes plásticas; para otros, era, simplemente, una derivación de las artes escénicas; otros consideraban, que era uno más de los desarrollos científicos propiciados por la revolución industrial; y tan sólo unos pocos, se arriesgaron a concebirla como otra manifestación de las bellas artes.

2. Narrador 2:

El cine como arte originado en el mundo occidental, durante el periodo del capitalismo en ascenso, rápidamente fue aprovechado por algunos empresarios, que vieron en dicha práctica, una posibilidad de expandir sus intereses monopolistas y, de paso, ejercer una amplia manipulación de las masas. Por su parte, en los países socialistas, creyeron que el cine debería ser el arte idóneo para educar y consolidar el proceso revolucionario. “El cine como actividad estratégica” fue una de las consignas principales de Lenin.

3. Narrador 1:

El gran atractivo que generaba el misterioso “juego” de luces y sombras, de imágenes desplazándose a través de una pantalla blanca, hizo que varios creadores (provenientes de las artes plásticas y del teatro) empezaron a experimentar con el nuevo mecanismo otras posibilidades perceptuales de encuentro con la imagen, el movimiento y el tiempo. Es, a partir de este momento, que el cine inicia un desarrollo conceptual y se apropia, con cierta autonomía, de sus propios elementos expresivos.

4. Narrador 2:

El movimiento como realidad física en el mundo exterior y la imagen como realidad psíquica en la conciencia, se juntan para darle vida a la imagen cinematográfica. Los grandes directores son aquellos que nos llevan a este terreno de la percepción, dado que su labor es como la de un pensador que cambia el concepto por imágenes-movimiento e imágenes-tiempo.

5. Narrador 1:

Preocupados por evidenciar la incidencia del cine en el desarrollo de la vida, algunos directores trataron de generar, a través de su obra, diversas posiciones que buscaban mostrar el vínculo del cine con la realidad. Pasolini sostenía que “el sistema de signos del cine es el mismo de la realidad” y dado que “¡La realidad es un lenguaje! Lo que hay que hacer es la semiología de la realidad; no la del cine”. Por su parte, Eisenstein creía que “el cine no tiene por sujeto al individuo ni por objeto una historia; tiene por objeto la Naturaleza y por sujeto a las masas”. Para Godard, “el principio del cine es ir hacia la luz y dirigirla sobre nuestra noche” por medio de la imagen que es un devenir constante y que tiene luminosidad propia al interior de sí misma: “la luz es el primer animal visible de lo invisible”.

6. Narrador 2:

Cuando el cine logró afianzarse como propuesta artística autónoma, aprovechó la tradición narrativa para establecer unos presupuestos formales, descritos como Modo de Representación Institucional. Esto supondría la aplicación de un modelo definido tanto para la construcción de las historias como para el manejo estético de los planos, encuadres y angulaciones. El cuadro sería concebido como un espacio para la conjunción de elementos plásticos que enriquecen el acto visual, al tiempo que refieren un presupuesto conceptual: angulaciones, contrastes de iluminación, variación de planos, equilibrio de los objetos con los personajes; todo ello, buscando establecer un tiempo para la contemplación.

7. Narrador 1:

En el cine moderno, algunos directores buscaron transgredir la forma institucional, generando alternativas en la narración, incluyendo nuevos soportes tecnológicos, pasando por alto las líneas de continuidad y proponiendo nuevos niveles de participación por parte del espectador en tanto constructor de sentido. Según Deleuze, “lo que define al cine moderno es un ir y venir entre la palabra y la imagen”. Por su parte, Fassbinder decía que "el cine es, por encima de todo, una cuestión de imaginación y puede ser eficaz de las formas más diversas”. ¡La forma es la variación de la forma! La cámara se libera para obtener un movimiento visionario que permita la construcción de nuevos sentidos siguiendo la dinámica presencia del tiempo. La cámara fluye constantemente como un instrumento trasgresor de la mirada.

8. Narrador 2:

Otros directores le han dado al cine una dimensión poética. En sus obras, no resulta importante la conformación de universos cerrados que apunten a la verosimilitud. Todos los fragmentos se mueven libremente en busca de múltiples asociaciones. El dispositivo metonímico (propio del discurso narrativo) le cede el paso al dispositivo metafórico para que se constituya una acción poética. Para Tarkovski, “Cuando un artista crea su imagen, está asimismo superando su pensamiento, que es una nada en comparación con la imagen del mundo captada emocionalmente, imagen que para él es una revelación. Pues el pensamiento es efímero, y la imagen, absoluta. Por eso se puede hablar de un paralelismo entre la impresión que recibe una persona espiritualmente sensible y una experiencia exclusivamente religiosa. El arte incide sobre todo en el alma de la persona y conforma su estructura espiritual”. También Buñuel, sostuvo que “el cine es ambición de poesía. La imagen cinematográfica anhela rasgar la médula honda del tiempo humano y sus formas”.

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