Por cuarta ocasión me sorprende la muerte de un director de cine, justo cuando estaba adelantando un trabajo sobre su obra. Ya me había sucedido con Angelopoulos, Jancsó y Farocki. Ahora tengo que despedirme de Jonas Mekas, quien se alejó de este escenario el pasado 23 de enero, a los 96 años. En el 2018 comencé un ensayo sobre la crítica cinematográfica teniendo como referente principal la obra del autor Lituano-Estadounidense, Jonas Mekas. Este ensayo quedó sin terminar, pues el evento para el que estaba destinado fue pospuesto. Sin embargo, ante la realidad de la partida de este gran director, crítico y poeta cinematográfico, voy a tomar algunos apuntes de ese trabajo para recordarlo y mantener viva su memoria en este blog. Y puesto que el texto fue escrito cuando el director aún estaba vivo (aunque lo sigue estando por medio de su obra) prefiero dejar ese tono de presente perpetuo y quedarme en el tiempo previo, en el último año de su vida.
Jonas Mekas: el crítico como artista
Jonas Mekas es, sin duda, uno de los más importantes directores del cine
experimental norteamericano. Nacido en Lituania en 1922, pocos años después de
que su país hubiera recobrado la independencia tras haber estado bajo la
ocupación alemana durante la Primera Guerra Mundial, tuvo que vivir múltiples
exilios antes de llegar a afincarse definitivamente en Nueva York hacia 1949. Hoy,
a sus 95 años, se ratifica en que su destino ha estado marcado por la errancia
y el desarraigo; fue desplazado primero por los rusos, luego por los alemanes y
más adelante por la mecanización del trabajo en los Estados Unidos. El
socialismo y el capitalismo no lo incluyeron dentro de sus universos; ambos
resultaron ser entornos restrictivos para su espíritu libre. Como en el viaje
mítico de Ulises, Mekas siempre anhela el regreso a su Ítaca, su Lituania de la
infancia, donde la lectura lo sorprendió tan temprano como para transformarle
el mundo pastoril en una plataforma abierta, en la que todas las narrativas eran
bienvenidas. Esto quedó corroborado en su temprana vocación por la divulgación
cultural al lado de su hermano Adolfas, con quien desde muy joven, empezó a gestar
proyectos relacionados con el teatro, las publicaciones y la creación de
bibliotecas.
Luego de haber estado un significativo lapso en un campo de trabajo
forzado de los nazis en la Segunda Guerra Mundial y alrededor de cinco años en
campos de refugiados, logró evadir esos ambientes de confinación y fue
trasladado a los Estados Unidos por la Organización de Refugiados de las
Naciones Unidas. Sin tener un norte definido, llegó más bien de manera
accidental a Nueva York, el 29 de octubre
de 1949. Luego del final de la guerra, esta ciudad se había convertido en un
hervidero cultural, en gran parte, impulsado por la cantidad de exiliados
europeos que habían llegado al país norteamericano, trayendo un acumulado de
experiencias renovadoras que habían empezado a germinar con las primeras
vanguardias artísticas de los años veinte. Nada más propicio para el inquieto
Mekas que este ambiente cargado de
posibilidades para reemprender nuevos proyectos. A los diez días de su llegada,
ya había ido a ver la muestra de Van Gogh que tenía lugar en el Museo de Arte
Moderno de Nueva York. Según anota en su Diario, la visita a esta exposición le
sirvió para revivir, después de diez penosos y extraños días.
Cinco meses después, ya había visto filmes vanguardistas de Germaine Dulac,
René Clair, Fernad Leger, entre otros; de esta manera, su camino en la
vertiente experimental empezaba a tomar rumbo, y su pasión por conocer las
variaciones del arte mundial, encontraba un lugar apropiado para realizarla. A
los siete meses de estar en la metrópoli, obtuvo dinero prestado para comprar su
primera cámara (una Bolex de 16 mm) y tras conseguir rollos usados, se lanzó a
filmar en la calle, como siempre ha preferido hacerlo. Desde ese momento
empezaría a interactuar con cineastas vanguardistas como Hans Richter y también
llegaría a conocer al gran documentalista Robert Flaherty.
Podría pensarse que al encontrar un lugar dónde radicarse, Mekas habría
terminado con su exilio, sin embargo, él siempre ha tenido muy claro que el
exilio no acaba con el hecho físico de llegar a algún lugar, sino que encuentra
nuevas dimensiones de abordaje, en su caso, desde la posibilidad creativa y
también por medio de la escritura de su Diario. La palabra surge, entonces,
como aquello que nos salva del no lugar y nos proyecta más allá de todas las
fronteras. Esto coincide también con la opción que hace Mekas por la crítica,
más aún, por la necesidad de dar cuenta de lo que estaba pasando en ese mundo
cinematográfico subterráneo del que nadie comentaba.
Aunque a Mekas se lo ha exaltado usualmente como director, poeta y
artista, en pocas ocasiones se le ha reconocido su importancia como crítico y
promotor del cine experimental norteamericano a través de su columna “Diario de
cine”, publicada en el periódico Village
Voice desde 1958, y también como cofundador en 1954, junto con su hermano
Adolfas, de la emblemática revista Film
Culture, que tuvo su existencia hasta 1996 y por la que pasaron importantes
plumas como Rudolf Arheim, Peter Bogdanovicch, Manny Farber y Annette
Michelson.
(...)
Hasta aquí la introducción del ensayo que comparto por ahora, a manera de homenaje póstumo.
Para cerrar esta entrada me quedo con la apuesta de Mekas por la Dignidad Humana, pues él siempre consideró que las formas de gobierno que le tocó conocer (capitalista o comunista) son las responsables indistintas de la
guerra, del desastre que significa matarse entre hermanos. Por eso prefirió alinearse con la desobediencia civil
de Thoreau, con la apuesta estética, ética e individual de la Generación Beat, y con cierta tendencia
existencialista. Cada vez que pudo se declaró en contra de las profesiones
liberales, del militarismo y a favor de la causa Palestina. Supo asumir su vida
al margen, su condición de paria, de errante, de poeta que no hacía concesiones
con las posturas inauténticas. Pensándolo a la luz de su historia de vida, no halló mucha diferencia entre el confinamiento en un campo de prisioneros y el trabajo
a destajo en la multifacética Nueva York.
Por eso considero valioso mantener vivo su tono crítico como el que expuso en el poema crítico de las celebraciones de los 100 años del cine:
Manifiesto anti 100 años del cine –
1997
Por Jonas
Mekas
En tiempos
de lo enorme, de lo espectacular,
de
producciones cinematográficas de cien millones,
quiero
hablar por los pequeños actos invisibles del espíritu humano,
tan sutiles,
tan pequeños que mueren apenas se los expone a los reflectores.
Quiero
celebrar las pequeñas formas del cine, las formas líricas,
el poema, la
acuarela, el estudio, el boceto, la tarjeta postal,
el arabesco,
el trío y la bagatela y las pequeñas canciones en 8mm.
En tiempos
en los que todos anhelan el éxito y quieren vender,
yo quiero
celebrar a aquellos que aceptan el fracaso social cotidiano
para buscar
lo invisible, lo personal,
las cosas
que no dan ni dinero ni pan
y que no
hacen la historia contemporánea,
ni la
historia del cine, ni ningún tipo de historia.
Estoy a
favor del arte
que hacemos
los unos para los otros como amigos
y que
hacemos para nosotros mismos.
Estoy parado
en medio de la autopista de la información y me río
porque una
mariposa sobre una pequeña flor
en algún
lugar, en algún lugar, acaba de agitar sus alas
y yo sé que
todo el curso de la historia
cambiará
drásticamente debido a ese aleteo
una cámara
de 8 milímetros acaba de hacer un zumbido
en alguna
parte del Lower East Side en Nueva York
y el mundo
no volverá a ser el mismo
la verdadera
historia del cine es la historia invisible
una historia
de amigos juntándose
haciendo
aquello que aman
para
nosotros el cine recién comienza
con cada
nuevo zumbido del proyector
con cada
nuevo zumbido de nuestras cámaras
nuestros
corazones se alzan
hacia
adelante, mis amigos.
Cierro con un breve fragmento de uno de sus filmes:
Imágenes tomadas de la circulación libre en la red.
Confieso, mi total ignorancia por la vida y obra de Jonas Mekas,quiero saber y conocer su filmografia.¿ Es comercial aquí en nuestra Bogotá?.Como siempre,sorprendiendome,gracias Omar A.
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