6/09/2008

Preocupación por la forma 4


El apartamento (The apartment)
Recientemente hemos descubierto un interesante libro sobre el destacado director de cine Billy Wilder (Austria 1906 - EE.UU. 2002). Se trata de la publicación de Editorial Tusquets, denominada: Billy Wilder. Vida y época de un cineasta, cuyo autor es Ed Sikov. En esta obra, “a lo largo de 716 documentadísimas páginas, el doctor en estudios cinematográficos norteamericano Ed Sikov ha rastreado minuciosamente las huellas dejadas por Wilder a lo largo de lo que define como una “turbulenta y fabulosa" vida, tanto en los cafés vieneses de los años 20, los cabarets berlineses de la década de los 30 y los platós hollywoodienses, entre 1940 y 1960. El infatigable investigador ha logrado recuperar guiones dados por perdidos, arrojar luz sobre secretos y anécdotas desconocidas de diversos rodajes y acumular sabrosas anécdotas (Wilder las genera a cientos), además de entrevistar a actores y colaboradores íntimamente ligados al director. Vida y época de un cineasta imbrica las luchas, anécdotas, enfrentamientos y rodajes que hacen de Wilder una leyenda viviente”.

Este encuentro con la obra del agudo, agresivo, irónico y exitoso Wilder, nos hizo recordar uno de sus más importantes filmes: El Apartamento (Piso de Soltero) de 1960, con el que obtuvo 5 oscares, entre ellos, los de mejor film y mejor director. Su extensa obra como director estuvo compuesta por más de 25 largometrajes.


La soledad: inconsciencia de las propias máscaras

"El espejo... se ha roto". "Ya lo sé, me gusta así. Así me veo tal y como me siento".
Diálogo entre C. C. Baxter y Fran Kubelik. El Apartamento.

C.C. Baxter (Jack Lemmon), un empleado de una prestigiosa Compañía de Seguros neoyorquina que tiene su existencia en la primera mitad del siglo XX, muestra un notorio interés por escalar posiciones dentro de la empresa hasta llegar a ser un alto ejecutivo y dejar de una vez por todas el piso 19, donde comparte lugar de trabajo con un considerable numero de empleados. Para ello, ha establecido un simpático acuerdo con 4 de sus superiores, consistente en: facilitarles su apartamento de soltero de la Avenida 67 oeste, cuando éstos lo requieran (no importa el día ni la hora) para que puedan tener encuentros con sus amantes. A cambio de ello, los superiores sugerirán el nombre de Baxter para que sea ascendido por su espíritu de colaboración, eficiencia y disponibilidad.

La situación para Baxter, que ya empezaba a ser conflictiva, se intensifica cuando el Gerente de la Compañía, Señor Shelldrake (Fred MacMurray), también quiere hacer uso del apartamento de soltero para llevar a su nueva conquista (una más en su larga lista), la ascensorista Señorita Kubelik (Shirley MacLaine), por quien Baxter ha empezado a mostrar sincero interés. Luego de establecerse el acuerdo, Baxter recibe su primer ascenso pero lo que no imagina es que la acompañante del Señor Shelldrake es su pretendida Señorita Kubelik, lo cual poco a poco irá descubriendo, mientras se sumerge en una aguda depresión.


La ubicación espacio temporal corresponde a la importante ciudad de Nueva York (la “Gran Manzana”), donde se ubica el mayor centro económico y financiero. Sin duda, es el lugar más apropiado para situar la historia, que tiene desarrollo durante el periodo de tránsito de los años cincuenta a los años sesenta, en el cual se genera un evidente cambio cultural a partir de las nuevas motivaciones que surgen en el interior de cualquier persona irrelevante.

Los tres personajes principales de la película nos permiten explorar situaciones psicológicas según las cuales la manipulación en pro de la consecución del éxito es el camino más apropiado. En primer momento, C.C. Baxter, es un empleado de bajo rango que tiene aspiraciones de ascender en la Compañía donde trabaja, para lo cual hace lo que sea, sin darle importancia al peligro que puede correr su integridad física. Él es capaz de sacrificar su espacio, la intimidad de su recinto, la posibilidad de descanso y la dinámica de su horario, por una simple recomendación, por un probable ascenso, por una oficina con su nombre, por ganar la simpatía de los superiores. Es claro que, ha dejado de lado la dignidad y la confianza en sí mismo para sucumbir ante el juego sucio de una sociedad que negocia, acuerda, simula, engaña, promete y somete al ser humano al innegable afán pragmático. La razón Maquiavélica “el fin justifica los medios” sustenta el itinerario de Baxter. Tal vez, piense y acepte, que si todos mienten y engañan, por qué él no puede hacerlo, si, además, el camino de la dignidad y la honestidad lo alejan del objetivo anhelado. Pero resulta que Baxter no es un bien productivo. Es un ser humano que siente, ríe, llora, se entrega, se enamora, y que, muy seguramente, entiende que la realización en la libertad es el mejor camino. Por esta razón, cuando de una sucia manera, logra conseguir más de lo que esperaba, renuncia sin volverse atrás y emprende la retirada hacia la consolidación de su proyecto vital de manera conciente.



Por su parte, la Señorita Kubelik (bella, jovial, ingenua y con aspiraciones de gran dama) cumple eficazmente su labor de ascensorista. Al mismo tiempo despierta la admiración de todos los empleados, quienes desean aprovechar los encantos de la simpática joven para su deleite erótico – solamente Baxter ve en ella la posibilidad de una compañía amorosa –. Ella ha creído en las promesas del Señor Shelldrake y se ha entregado intensamente y sin reparos, al furtivo romance, pero cuando conoce la mentira de esas promesas, prefiere poner fin a su existencia, en una suerte de irracionalidad, de arrojo y de entrega absoluta al silencio amoroso. Tal vez, ante la máscara del engaño, la respuesta sea la máscara de la muerte. Kubelik no desea volver pero vuelve, y gracias a la oportuna aparición de Baxter, recobra el murmullo de la vida. En adelante, conserva la nostalgia por lo no consumado y el resentimiento por sentirse utilizada pero, ante las nuevas insinuaciones de su jefe, vuelve y cede. ¿Qué pasa entonces? ¿Habrá que aprender a jugar aceptando la mentira? La fuerza y necesidad de la máscara será la única respuesta. Al final, cuando regresa para continuar la partida de cartas junto a Baxter, nos confirma la preponderancia que tiene el juego en el establecimiento de las nuevas relaciones sociales.

Y el Señor Shelldrake (quien siempre recurre a la mentira), aprovecha su favorable posición para sacar ventaja y afianzarse en la realización de sus hedonistas fines. Deja que el poder de su ego defina las rutas de quienes tiene como subordinados. Pero llega el momento en que las máscaras empiezan a rompérsele y se encuentra de cara a la soledad – ¿Acaso no está sólo, quien no tiene conciencia de sus máscaras? – Cuando todo se ha descubierto y las ausencias se hacen insoportables, es que siente el interés por delinear un carácter apto para la convivencia.




El éxito de la película está justificado por el perfecto ensamblaje de situaciones y acciones desde el momento inicial en que se escribe el guión – el cual sigue siendo objeto de estudio obligado en muchas de las escuelas de cine –. El guión como tal es bastante ingenioso. Utiliza el recurso de la comedia, para describir en una forma elegante, situaciones cotidianas que logran reflejar muchos de los perfiles humanos con una sencilla historia. Además, mantiene una perfecta coherencia, que va desentrañando los acontecimientos en los momentos más oportunos, lo cual da lugar al asombro, al suspenso y a la espera. La importancia de los detalles y la pertinencia de las frases mantienen el ritmo apropiado para hacer que el espectador oscile entre el suspenso, el drama y la diversión. De otro lado, también tienen gran importancia algunos objetos (un espejo, un pastel, etc.) para el desarrollo narrativo. En una secuencia, el espejo roto sirve para que Kubelik haga una analogía con sus sentimientos y pronuncie la frase más reveladora del filme: "Así me veo tal y como me siento". Un nuevo espejo sirve, más adelante, para que Baxter establezca una asociación y descubra quien es la amante de su jefe.
Los actores, sin duda, realizan una de sus mejores interpretaciones en su carrera cinematográfica. Jack Lemmon encarna con mucha soltura y profundidad el carácter melancólico y, a la vez, divertido de Baxter, logrando mantener un equilibrio entre lo trágico y lo cómico. Asimismo, la bella Shirley MacLaine, aprovecha con maestría sus encantos para despertar la atracción de los compañeros de la empresa, tal como se requiere en el desarrollo de la historia.

Otro aspecto notable es la dirección de arte. El decorador Alexander Trauner logró construir una enorme oficina con un truco de perspectiva (detrás de la mesa en primer plano ubicó muebles de oficina más pequeños, que se iban reduciendo cada vez más hasta terminar con un fondo dibujado). De igual manera, la ambientación y el manejo actoral en la secuencia de la celebración de la noche de navidad, en que todos los empleados se encuentran ebrios, es uno de los mayores aciertos del filme y de las obras de Wilder.


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